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¿Se ha preguntado alguna vez, «¿por qué debo testificar?» Pueden existir muchas razones. Vamos a ver algunas:
Primera: Jesús le ordenó hacerlo:
- «Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mateo 28:19).
- » Y ve a los desterrados, a los hijos de tu pueblo; háblales y diles, escuchen o dejen de escuchar: ‘Así dice el Señor Dios'» (Ezequiel 3:11).
Segunda: usted debe testificar porque ama al perdido; si no lo ama, deberá hacerlo. La cosa más amorosa que usted puede hacer, es presentar el evangelio con la esperanza de traerles a otros, la salvación. El fruto del Espíritu en Gálatas 5:22, es precisamente el amor. La naturaleza del amor, es dar. Tome por ejemplo, Juan 3:16: «Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, mas tenga vida eterna». El amor es dar, y si usted tiene una pequeña porción del amor de Dios, querrá que otros también la tengan.
Tercera: el ganar almas por medio del testimonio, es de sabios: «El fruto del justo es árbol de vida, y el que gana almas es sabio» (Proverbios 11:30). Seamos sabios a los ojos de Dios.
Cuarta: testificar ayudará a que las personas sean alejadas del lago de fuego el cual es, un lugar terrible de inmensa angustia y separación eterna de Dios. Aquellos que no sean salvos, irán allí. El testificar, es un intento de mantener a las personas alejadas de ese lugar.
Quinta: testificar complace a Dios y trae gloria a Su nombre.
Sexta: Testificar ayudará a que las personas encuentren el amor y comunión con Dios (1ª Juan 1:3), el más grande de todos los tesoros. No existe otro regalo más grande que el de la salvación. Libera al pecador de su pecado, lo libra de la condenación eterna y le revela al Dios vivo y verdadero.
Los ángeles del cielo se regocijan grandemente por causa de un pecador arrepentido:
- «De la misma manera, os digo, hay gozo en la presencia de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente» (Lucas 15:10).
¿No deberían los cristianos regocijarse también? ¿No deberían llorar por los perdidos? ¿No deberían preguntarle al Señor de la mies que envíe obreros a Su mies? (Lucas 10:2). ¡Claro que sí! La salvación de otros es el objetivo de sus esfuerzos. El amor de Dios, su motivo. ¿Hay algo más grande? Por lo tanto, dé amor.