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Por, Luke Wayne
18 de abril de 2016

En el occidente, es normal ver budistas que levantan toda clase de prejuicio acerca de la historicidad de la vida y enseñanzas de Jesús, mientras que toman como un hecho la narración tradicional fundamental de la vida y enseñanzas de Buda. Por ejemplo, Stephen Asma, profesor de filosofía y practicante budista, escribe que «supuestamente» hubo un Jesús que vivió y enseñó en Galilea, mientras que hubo un «hombre realmente histórico» que caminó en el paisaje del norte India, y se volvió Buda.[1] Sin embargo, la realidad es que la vida y las enseñanzas de Jesús tienen una increíble riqueza de testimonio temprano y diverso; mientras que las enseñanzas de Siddhartha Gautama, el hombre conocido como Buda, llegan a nosotros sólo en copias tardías de fuentes que sólo las escribieron siglos después de la muerte de Buda. Mientras que ambos hombres realmente vivieron y enseñaron, no podemos conocer los detalles de la vida y enseñanzas de Buda con mucha más certeza que aquellos de Jesús. Realmente, y de hecho, no hay comparación.

Las fuentes primarias: Jesús

La narrativa de la vida de Jesús, incluyendo una amplia colección de Sus enseñanzas públicas y discursos privados, nos llega a nosotros más detalladamente en las cuatro biografías conocidas hoy como los evangelios canónicos. Ningún erudito serio estaría en desacuerdo que estos fueron escritos en el siglo 1º d. C., y por lo tanto, dentro de las décadas de la muerte de Jesús y dentro del tiempo de vida de aquellos que estuvieron vivos durante el ministerio de Jesús.[2] Aunque en realidad hay buenas razones para creer que los evangelios fueron escritos mucho antes que los eruditos seculares a menudo afirman, incluso eruditos muy escépticos de la fe cristiana y, con frecuencia hostiles hacia esta, establecerán la fecha del evangelio de Marcos, a más tardar, alrededor del año 70 d. C.; el evangelio de Juan alrededor de los años 90-95 d. C., y Mateo y Lucas en algún punto intermedio de esos años.[3] Aún más, los mismos escritores del evangelio los tenían disponibles, no sólo por sus propios recuerdos y el testimonio oral de otros testigos, sino también que ellos también tuvieron registros escritos más temprano que los propios. Lucas abre su evangelio explicando:

  • «Por cuanto muchos han tratado de compilar una historia de las cosas que entre nosotros son muy ciertas, 2 tal como nos las han transmitido los que desde el principio fueron testigos oculares y ministros de la palabra, 3 también a mí me ha parecido conveniente, después de haberlo investigado todo con diligencia desde el principio, escribírtelas ordenadamente, excelentísimo Teófilo, 4 para que sepas la verdad precisa acerca de las cosas que te han sido enseñadas» (Lucas 1:1-4).

Este fue claramente el modelo de los creyentes cristianos desde temprano, probablemente desde el mismo principio, buscar preservar en escrito lo que Jesús había dicho y hecho. El evangelio de Lucas –en sí mismo una fuente muy temprana– afirma abiertamente ser una compilación de estos testimonios muy tempranos y cuidadosamente preservados. Los cuatro evangelios canónicos son testigos diferentes que juntos representan la culminación de este esfuerzo para preservar, en forma cuidadosa y veraz la vida y enseñanzas de Jesús al escribir desde el mismo principio.[4] Estos son muy tempranos y son una serie de testimonios completos de la vida y enseñanzas de Jesús.

El resto del Nuevo Pacto también fue escrito durante la generación de esos testigos, y muchos testificaron de muchas de las cosas que Jesús dijo e hizo. Aun eruditos liberales fecharon las cartas más tempranas de Pablo como escritas dentro de los 20 años siguientes a la resurrección de Jesús.[5] En los escritos de Pablo vemos el origen glorioso, celestial y a la vez humilde nacimiento humano de Jesús (Filipenses 2:5-7); Su nacimiento como judío bajo la ley (Gálatas 4:4); que era de la línea de David (Romanos 1:3-4); y que Su ministerio fue entre el pueblo judío (Romanos 15:8). Vemos referencias a Sus enseñanzas específicas; por ejemplo, aquellas sobre el matrimonio y el divorcio (1ª Corintios 7:10-11). Encontramos un registro de la noche antes que Jesús fuera traicionado cuando instituyó la comunión (1ª Corintios 11:23-26). Se nos ha dicho de la participación de los judíos en la muerte injusta de Jesús (1ª Tesalonicenses 2:14-15); que Su muerte fue por crucifixión (Filipenses 2:8); y se nos dijo de Su sepultura, Su resurrección corporal tres días después, y de muchas de Sus apariciones posteriores a Su resurrección (1ª Corintios 15:3-8). Algunas veces Pablo citó las mismas palabras de Jesús textualmente: «El obrero es digno de su salario» (1ª Timoteo 5:18). Este es sólo un ejemplo, pero nos muestra que encontramos en las cartas de Pablo sólo una descripción de la vida de Jesús, el contenido de Sus enseñanzas, y aun, citas directas de Sus palabras.

Los otros libros del Nuevo Pacto reafirman muchos de estos detalles, y agregan muchos más. Por ejemplo, 2ª Pedro 1:16-18, detalla la excelente experiencia de la transfiguración de Jesús en el monte. Hebreos 2:3-4 habla de Su predicación y milagros. Cualquiera que lea los evangelios y después lea el libro de Jacobo puede ver que está lleno con puras referencias a las enseñanzas de Jesús. El Nuevo Pacto, compuesto en realidad de 27 documentos históricos separados, reunidos posteriormente en un solo volumen; es un testimonio profundo, detallado y muy temprano de la vida de Jesús y Sus enseñanzas exactas. La cantidad de información es verdaderamente notable; y toda estuvo escrita en las pocas décadas a la muerte de Jesús.

Como si esto no fuera suficiente, la vida y muerte de Jesús son también relatadas por muchos escritores tempranos no bíblicos. El historiador pagano, Tácito, y el historiador judío, Josefo, dan breves registros de Jesús, refiriéndose a Él particularmente en Su muerte de crucifixión bajo el gobierno de Poncio Pilato y en Su fundación del movimiento cristiano. Estos registros fueron escritos en el mismo siglo en el que Jesús vivió. Citas de las palabras exactas de Jesús y detalles de Su vida y muerte son también mencionados en la 1ª Epístola de Clemente, un documento cristianos temprano, escrito alrededor del año 90 d. C. Aun si uno no cree personalmente en todas las fuentes mencionadas anteriormente, es simplemente absurdo afirmar que Jesús no existió o que no existe mayor cosa que no sepamos de Su vida y enseñanzas. Las fuentes son, simplemente demasiado numerosas y diversas.

Las fuentes primarias: Buda

El contenido de las enseñanzas de Buda fue transmitido sólo oralmente y muchos siglos después de su muerte.[6] Para el tiempo en que las palabras de Buda fueron finalmente escritas, existían un gran número de escuelas budistas rivales, y cada una tenía su propia colección diferente de las enseñanzas de Buda.[7] Mientras que la mayoría de estas se han perdido completamente para la historia,[8] los eruditos han podido, parcialmente, reconstruir muchas de estas enseñanzas a través del descubrimiento de traducciones de algunos de sus documentos en chino, coreano y tibetano.[9] De hecho, el canon completo de la antigua escuela Sarvastivada fue recuperada de igual forma.[10] La colección familiar más antigua de las enseñanzas budistas, el «canon pali», fueron escritas probablemente alrededor del año 100 a. C.[11] y han sido conservadas por el budismo Theravada, escuela que todavía las estudia y reverencia hasta hoy. Estas colecciones difieren tanto la una de la otra que los eruditos no son capaces de extraer algo de estas con algún grado de certeza, un definitivo budismo «original» o «auténtico». Sin embargo, existen ejemplos significativos de acuerdos sorprendentes entre las colecciones diferentes en textos fundamentales budistas como el famoso «Dhammapada».[12] Es razonable concluir desde tales áreas destacadas de acuerdo que hemos conservado dentro de estos textos, una colección de enseñanzas que van hasta los primeros días del budismo y antes que ocurrieran las divisiones. Pero el hecho es, que es importante notar, que estos textos fueron escritos siglos después de la vida de Buda y en el contexto de tales divisiones sectarias; pero no debemos concluir de los hechos anteriores que las fuentes son, del todo, poco fiables. Aun así, la diferencia entre el grado de confianza que podamos tener en estos documentos, en comparación con el testimonio temprano y diverso de las palabras de Jesús que tenemos en las fuentes mencionadas anteriormente, es notable.

La historia de la vida de Buda es otro asunto. Las colecciones descritas nos dan solamente hechos escasos y aislados acerca del hombre mismo. Estos contienen pocas y breves referencias a cosas como su casta y nivel social, lugar de nacimiento y otros detalles biográficos; pero simplemente, esos textos no estaban destinados a transmitir ese tipo de información. Estas, son colecciones de las enseñanzas de Buda, y como tales, sólo mencionan información personal sobre Buda, y sólo casos donde él dice haber citado esa información para presentar algún punto de su enseñanza. De hecho, en el inicio del budismo lo que parece haber logrado mucha más atención, son los registros de las supuestas vidas anteriores de Buda. Muchas de estas historias, atribuidas al mismo Buda, parecen regresar a los días iniciales del budismo.[13] Para el tiempo del siglo 2º a. C., vemos monumentos construidos en tierras budistas que muestran inscripciones y representaciones pictóricas señalando esas historias ya extendidas y admiradas. Por lo menos, y al principio del siglo 1º d. C., estas historias ya habían sido escritas en colecciones organizadas.[14] Sin embargo, estas historias contienen muy poca información acerca del Buda histórico de las que nos interesamos aquí. Estas, se centran en cuentos de cómo él dijo haber adquirido las diversas virtudes budistas en sus vidas anteriores, las cuales él poseía en conjunto en su totalidad y al final de su vida como el Buda, una vida de la que poco se nos dice. No fue sino hasta el principio del siglo 2º d. C., o probablemente quinientos años después de la vida de Buda, que fue escrita la primera biografía su vida, en la forma de un poema épico llamado, «Buddhacarita».[15] Muchas biografías surgieron en los siglos siguientes. El budismo no afirma ni permite alguna ayuda divina o sobrenatural a la exactitud de estas últimas historias sobre la vida de Buda; y desde una perspectiva puramente natural y humana, no existe mucha razón para suponer que estas biografías son especialmente registros exactos de los acontecimientos de una vida que están lejos de ser anulados. Por esta razón, y en el mejor de los casos, los eruditos titubean, al decir casi cualquier cosa con certeza acerca de los detalles específicos de la vida de Buda, más allá de los datos biográficos más básicos conservados en las fuentes más antiguas.

Jesús: los manuscritos

De hecho, la tradición de los manuscritos del Nuevo Pacto, es más amplia y más detallada de lo que se pretende en este artículo. Aquí cubriremos sólo uno pocos detalles relevantes. El fragmento más temprano que tenemos de los evangelios, es una pieza pequeña del evangelio de Juan, de alrededor del año 130 d. C.[16] Si la fecha más general, más liberal del evangelio de Juan (alrededor del año 95 d. C.) es correcta, este fragmento es por lo menos, treinta y cinco años posterior al escrito original; o sea, al año 130 d. C. La primera copia completa que permanece de todos los cuatro evangelios, data de alrededor del año 220 d. C.,[17] o sea, aproximadamente 150 años después que fueron escritos los originales. Existen muchos y amplios fragmentos de cada uno de los cuatro evangelios fechados entre esos años. Las copias más tempranas que tenemos de todo el Nuevo Pacto como un solo volumen están fechadas desde el siglo 4º d. C., o casi 300 años después que los originales fueron escritos; y tenemos más de una copia así de antigua.[18] Aún tenemos más copias de todo el Nuevo Pacto que tienen menos de un siglo después de que los originales se escribieran.[19] Estas fechas son altamente significativas. Una variedad de estudios ha demostrado que era común que los manuscritos en el mundo romano permanecieran en uso entre 150 a 500 años.[20] La copia más antigua del Nuevo Pacto conocida como el Códice Vaticano, permaneció en uso por más de 600 años.[21] Es por lo tanto, totalmente posible que los originales todavía estaban en uso cuando nuestras copias más tempranas fueron hechas, y es casi seguro que esas copias fueron hechas en un marco de tiempo donde las copias más tempranas de los originales todavía estaban circulando. A pesar del amplio espectro de crítica contra la literatura del Nuevo Pacto, los testimonios tempranos que poseemos de estos textos va simplemente, más allá de toda comparación.

Buda: Los manuscritos

Los fragmentos más tempranos que tenemos de las colecciones de las enseñanzas de Buda son piezas de manuscritos que nos llegan de finales del siglo 1º o 2º d. C.[22] Esto significa que aunque Buda vivió 500 años antes que Jesús, las primeras copias que tenemos son, realmente casi del mismo tiempo de nuestras copias con las palabras de Jesús. Nuestro manuscrito más antiguo de una colección completa aproximada de los dichos canónigos de Buda no aparece hasta la edad media,[23] unos 1.500 años después que estos fueron escritos por primera vez.

La copia más antigua de la biografía más temprana de Buda es un manuscrito incompleto de alrededor de principios del siglo 14º d. C.; al menos en el idioma original.[24] También tenemos una traducción tibetana de finales del siglo 13º,[25] y más especialmente, una traducción china, que se dice que es del siglo 5º.[26] A lo mucho la más antigua, la traducción china, está claramente modificada para el público chino. No sólo elimina o simplifica los elementos de la mitología hindú conservados en las otras versiones,[27] sino que también añade elementos de la mitología china, la historia y aun, nombres de lugares, obviamente extraños al original.[28] Entonces, y de forma irónica, el testimonio más antiguo que tenemos, sea probablemente también el menos fiel al original. Las versiones posteriores en sánscrito y tibetano son, generalmente consideradas más confiables.[29] El gran vacío entre los escritos originales y las copias que tenemos, se hace más significativo por el hecho de que los manuscritos no duraron mucho en la India, donde nació el budismo.[30] Por lo tanto, a diferencia del Nuevo Pacto, las fuentes originales en el budismo, no estuvieron indudablemente en circulación en un tiempo relativamente corto. Esto significa que estas tuvieron que ser copiadas con frecuencia a través de los años hasta los manuscritos que tenemos hoy, aumentando las probabilidades de errores.

Conclusión

La evidencia en los detalles de la vida y enseñanzas de Jesús vienen de fuentes diversas confiables por el testimonio de los testigos quienes escribieron mientras esos testigos estaban todavía vivos. Esta evidencia es preservada por nosotros en manuscritos numerosos y muy tempranos, escritos posiblemente mientras al menos, algunos de los originales estaban todavía en circulación, y efectivamente, mientras que las copias más tempranas de los originales continuaban. Sin embargo, las fuentes para la vida y enseñanzas de Buda fueron escritas siglos después. Nuestras copias más tempranas de esas fuentes vienen de siglos después, en algunos casos hasta después de mil años. Si alguien está dispuesto a aceptar que tenemos una imagen veraz de la vida y enseñanzas de Buda, ciertamente ellos no tienen ninguna base para cuestionar la autenticidad de nuestro conocimiento de la vida y enseñanzas de Jesús. Nuestra confianza en la historicidad del evangelio descansa en un fundamento que simplemente, no tiene comparación.

Notas a pie de página:

[1] Stephen T. Asma, «Buddha for Beginners» (For Beginners LLC, 2008) 3.
[2] Richard Bauckham, «Jesus and the Eyewitnesses» (Eerdmans Publishing, 2006) 7.
[3] Bart Ehrman, «Did Jesus Exist: The Historical Argument for Jesus of Nazareth» (HarperCollins, 2012) 92-94.
[4] Mientras que muchos eruditos sostienen que Mateo, Marcos y Lucas, de alguna forma dependen entre sí (con frecuencia que tanto Mateo y Lucas usaron el evangelio de Marcos como una fuente) esto no debilita la realidad de que estos son tres fuentes diferentes. Mateo, Marcos y Lucas cada uno contienen un contenido característico no encontrado en alguno de los otros registros. Aunque estuvieran directamente relacionados entre sí en muchas áreas, estos también contienen testimonio independiente de la vida y enseñanza de Jesús desde una fecha temprana que no puede ser descartada o ignorada.
[5] Bart Ehrman, «Did Jesus Exist: The Historical Argument for Jesus of Nazareth» (HarperCollins, 2012) 140.
[6] Thich Nhat Hanh, «The Heart of the Buddha’s Teaching» (Broadway Books, 1998) 13.
[7] Ibíd. Pág. 15.
[8] Thich Nhat Hanh, «The Heart of the Buddha’s Teaching» (Broadway Books, 1998) 15-16.
[9] Richard Salomon, «Ancient Buddhist Scrolls from Gandhara» (University of Washington Press, 1999) 7-8.
[10] Thich Nhat Hanh, «The Heart of the Buddha’s Teaching» (Broadway Books, 1998) 16.
[11] Houston Smith and Philip Novak «Buddhism: A Concise Introduction» (HarperCollins Publishers, 2003) 75.
[12] Richard Salomon, «Ancient Buddhist Scrolls from Gandhara» (University of Washington Press, 1999) 161.
[13] Schober, Julianne «Sacred Biography in the Buddhist Traditions of South and Southeast Asia» (Motilal Banarsidass Publishers, 1997) 20.
[14] Schober, Julianne «Sacred Biography in the Buddhist Traditions of South and Southeast Asia» (Motilal Banarsidass Publishers, 1997) 21.
[15] Charles Willemen, «Buddhacarita: In Praise of the Buddha’s Acts» (Numata Center for Buddhist Translation and Research, 2009) xiii.
[16] Josh McDowell, «The New Evidence that Demands a Verdict» (Thomas Nelson, 1999) 38.
[17] Craig Evans, «Jesus and His World: The Archeological Evidence» (Westminster John Knox Press, 2012) 76.
[18] Josh McDowell, «The New Evidence that Demands a Verdict» (Thomas Nelson, 1999) 39.
[19] Josh McDowell, «The New Evidence that Demands a Verdict» (Thomas Nelson, 1999) 40-41.
[20] Craig Evans, «Jesus and His World: The Archeological Evidence» (Westminster John Knox Press, 2012) 75.
[21] Craig Evans, «Jesus and His World: The Archeological Evidence» (Westminster John Knox Press, 2012) 75.
[22] Richard Salomon, «Ancient Buddhist Scrolls from Gandhara» (University of Washington Press, 1999) 152-154.
[23] Oskar Von Hinuber, «A Handbook on Pali Literature» (Walter de Gruyter, 2000) 4.
[24] Alf Hiltebeitel, «Dharma: Its Early History in Law, Religion, and Narrative» (Oxford University Press, 2011) 627.
[25] Charles Willemen, «The Buddhacarita: In Praise of the Buddha’s works» (Numata Center for Buddhist Translation and Research, 2009) xiii.
[26] Alf Hiltebeitel, «Dharma: Its Early History in Law, Religion, and Narrative» (Oxford University Press, 2011) 627.
[27] Charles Willemen, «The Buddhacarita: In Praise of the Buddha’s works» (Numata Center for Buddhist Translation and Research, 2009) xvi.
[28] Charles Willemen, «The Buddhacarita: In Praise of the Buddha’s works» (Numata Center for Buddhist Translation and Research, 2009) xvii.
[29] E.B. Cowell, «The Buddha-Karita of Asvaghosha» (Oxford at the Clarendon Press, 1894) vi.
[30] Oskar Von Hinuber, «A Handbook on Pali Literature» (Walter de Gruyter, 2000) 4.

Por Carlos E. Garbiras

Carlos Enrique Garbiras es Director general en Ministerio de Apologética e Investigación Cristiana (MIAPIC). Actualmente, sirve en predicación y enseñanza de la Palabra de Dios en Bogotá, donde dirige además la Escuela de Estudios Teológicos MIAPIC.

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