El Evangelio Para los BudistasEl Evangelio Para los Budistas

Por, Luke Wayne
1 de abril de 2016

La palabra «evangelio» significa «buenas nuevas». Estas buenas nuevas fue lo que Jesús vino a traernos. Su mensaje es las buenas nuevas de la liberación del pecado, sufrimiento y muerte. Son las buenas nuevas del camino a la vida eterna, a la reconciliación con el Dios todopoderoso y a un reino eterno donde lo temporal no envenenará todo lo bueno con la amenaza de la pérdida, de la decepción y el deterioro. Estas buenas noticias son para toda la humanidad, para todos los que se aparten de sus pecados, crean y transiten por el camino de la vida, angosto y afectado gravemente. Es también, el evangelio para los budistas.

Dios: El Dador y Garantía de las Buenas Nuevas

Cuando los cristianos hablan de Dios, no hablamos de un espíritu mortal y finito que comparte los antojos y los mezquinos deseos de los hombres como los dioses en los que muchos han creído.

¿A qué nos Referimos Cuando Usamos la Palabra «Dios»?

Al Ser personal único, eterno e inmutable que trajo todas las cosas a la existencia. Dios no anhela nada, porque Él, en Su propia naturaleza perfecta, es completamente suficiente. Él es todopoderoso, omnisciente y está totalmente por encima y más allá de todo lo que creó.

Acerca de la Naturaleza de Dios en el Evangelio Para los Budistas

En el evangelio para los budistas se presenta a Dios como un Ser, que existe en tres personas: Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu. Así, incluso antes de la creación, Dios tenía en Su propia naturaleza compañerismo y amor. Él era Su propio «yo», «tú», «nosotros» y «ellos» dentro de Su ser. Dentro de Sí no necesita otro Dios ya que de Él mismo emana autoridad y sensibilidad, es amante y es amado, es señor y siervo. Padre e Hijo. Dios siempre fue y siempre será perfecto y todo suficiente. Las buenas nuevas comienzan y terminan con este Dios glorioso, inmutable y eterno.

La Creación y la Caída

Por lo tanto, cuando Dios creó, no lo hizo porque necesitaba o le faltaba algo. Es por Su sola compasión que existimos, no porque necesitara algo. Dios creó el universo y todo lo que hay en él con Su Palabra, distinto y separado de Él mismo. Él formó el género humano y le dio dominio y responsabilidad sobre todo lo que vive sobre la tierra, para trabajarla y cuidarla para todo ser viviente. Dios no necesitó ayuda de los hombres, pero los bendijo con esta dignidad y responsabilidad. El mundo entonces era un lugar perfecto, con vida; sin muerte ni pérdida.

¿Qué Sucedió Entonces?

Los primeros humanos se rebelaron contra la voluntad de Dios. Dejaron de creerle a Él desobedeciéndolo, trayendo consigo muerte y sufrimiento al mundo. Desde ese día en adelante, el mundo ha estado bajo la maldición de la maldad del hombre, de la muerte y decadencia. Nuestra muerte es justa y correcta por nuestra maldad, y estamos desesperados para ser redimidos de nuestro pecado.

Pecado y Culpa: Las Malas Nuevas Antes de Dios

No es simplemente que nos hayamos comportado imprudentemente. Ciertamente obramos de forma insensata al dejar de creerle y rebelarnos contra Dios. Ciertamente es insensato matar, mentir, violar, cometer inmoralidad sexual o no honrar a nuestros padres. Sin embargo, no es simplemente insensato. Es malvado. Tales acciones son objetiva y moralmente incorrectas. Son pecados contra un Dios Santo y Puro que es perfecto y justo y no permitirá que esto se quede sin un justo castigo. De hecho, Dios es tan puro que incluso el orgullo y codicia de nuestro corazón, las malas palabras que salen de nuestra boca, desnudaron, y con razón, Su justa y santa ira.

Entendiendo las Malas Nuevas Entenderemos las Buenas

Si queremos entender las buenas tenemos que entender las malas. Todos hemos pecado, y no hay ningún bien que podamos hacer para subsanar la culpa. Esto no solo se debe a que nuestro pecado es muy malo, sino también a que no es así como funciona la culpa. Si un hombre ha robado, asesinado o incendiado la casa de otro y se presenta ante un juez bueno y justo en la corte, ¿qué le pasará a ese hombre? ¿Qué pasa si el hombre dice? «Sí, cometí ese crimen, pero mire todas estas otras cosas maravillosas que he hecho. ¿No hace eso que mi crimen sea correcto?». ¿Ignorará el juez el crimen cometido y permitirá que se vaya libre? ¡Claro que no!

De lo que Verdaderamente Trata la Justicia

La justicia no se trata de si usted también ha hecho cosas buenas, se trata de si ha cometido o no el crimen. Todos hemos cometido crímenes contra la ley de Dios, y merecemos el castigo no solo de la muerte sino también del sufrimiento para siempre en la gehena (más conocida como infierno), separados de Dios, la fuente de todo lo que es bueno. ¡Es por esta razón que necesitamos buenas nuevas, alguna esperanza de redención para esta condena!

Muertos por Dentro: Nuestra Necesidad más Profunda de las Buenas Nuevas

Sin embargo, nuestra situación, es incluso peor de lo que parece a primera vista. Es más profunda que la culpa de nuestras acciones y va hasta nuestra propia naturaleza.

Cuando el primer hombre y la primera mujer pecaron contra Dios y trajeron muerte y sufrimiento al mundo como consecuencia de su maldad, murieron espiritualmente en ese momento. Irremediablemente se volvieron inservibles, envenenados por su maldad. Murieron espiritualmente antes de que sus hijos nacieran y todos sus hijos después de ellos, incluso usted y yo morimos en ellos.

Cómo Somos Realmente

¿Alguna vez se ha preguntado por qué mienten todos los seres humanos nacidos? ¿Alguna vez ha conocido a un hombre que solo ha hablado la verdad, desde su infancia hasta su vejez? Con seguridad no hay nada lógicamente imposible en vivir una vida entera sin engañar o mentir a nadie (como leeremos en breve, Jesús hizo precisamente eso) pero ninguno de nosotros, simples mortales, lo hace. En algún momento u otro lo haremos. Todos somos egoístas y codiciosos; tenemos deseos sexuales impuros y hemos hecho el mal.

¿Y a qué se Debe Esto?

A que estamos muertos en nuestro interior. Estamos moral y espiritualmente arruinados. Nacemos en el pecado de nuestro primer padre y madre, y afirmamos su pecado al pecar. De hecho, nacimos en pecado, y fuimos concebidos en iniquidad. No hay nadie justo, ni uno solo. Por lo tanto, no solo necesitamos perdón por los pecados cometidos, también necesitamos ser sanados al ser, por naturaleza, personas pecaminosas. No solo necesitamos ser libres de nuestra culpa; nuestros corazones fríos, de piedra y muertos sean reemplazados con corazones vivos y palpitantes de vida moral y espiritual. Necesitamos ser tanto expiados como hechos nuevamente. ¡La buena nueva es que Jesucristo ha venido a ofrecernos las dos!

Jesús Cristo: Él Mismo es las Buenas Nuevas

Una de las frases más comunes en toda la Biblia es que Dios es lento para la ira y está lleno de amor. Dios pudo haber traído un juicio rápido sobre la humanidad inmediatamente después de los primeros actos humanos de maldad, pero no lo hizo, porque Él es paciente y compasivo; a cambio, ofrece la oportunidad de redención y liberación de la culpa de nuestro pecado y naturaleza arruinada. Hizo esto en la venida de Jesús Cristo.

El Libertador que Enviaría Dios

Por siglos, Dios le prometió a Su pueblo que enviaría un libertador. Claramente estableció que este libertador no sería un simple hombre. Por ejemplo, el profeta Isaías profetizó 700 años antes de la venida de Jesús que sería llamado, «Admirable Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz” (Isaías 9:6). Como mencioné anteriormente, Dios es un Ser perfecto que existe en tres personas distintas. En el tiempo señalado, Dios el Padre, envió a Dios el Hijo para que naciera y encarnara como humano. El único Dios era tanto quien enviaba como el enviado. Dios el Hijo asumió la plenitud de la vida humana sin dejar de ser plenamente Dios. Esta encarnación del Eterno Divino fue el hombre Jesús, el «Cristo» o el «ungido».

La Naturaleza Perfecta y Pura de Jesús

Sintió todo nuestro dolor, lucha, pérdida y tentación. Sin embargo, a diferencia de nosotros, Su perfecta y pura naturaleza moral no fue arrastrada por las tentaciones del pecado, y vivió Su vida terrenal perfecta y sin mancha.

  • «Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino uno que ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado.» (Hebreos 4:15).
  • «Se dispuso con los impíos su sepultura, pero con el rico fue en su muerte, aunque no había hecho violencia, ni había engaño en su boca» (Isaías 53:9).

Él no merecía la muerte o el sufrimiento de Sí, pero voluntariamente asumió los asumió por todos los que se arrepintieran y creyeran en Él, pagando así el precio de nuestro pecado, cumpliendo nuestra sentencia en lugar nuestro y cancelando la deuda de justicia en nuestro lugar.

Así lo Afirman las Escrituras

  • «el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, 7 sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres. 8 Y hallándose en forma de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz» (Filipenses 2:6-8).
  • «Ciertamente Él llevó nuestras enfermedades, y cargó con nuestros dolores; con todo, nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y afligido. 5 Mas Él fue herido por nuestras transgresiones, molido por nuestras iniquidades. El castigo, por nuestra paz, cayó sobre Él, y por sus heridas hemos sido sanados. 6 Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, nos apartamos cada cual por su camino; pero el Señor hizo que cayera sobre Él la iniquidad de todos nosotros» (Isaías 53:4-6).
  • Leer, Gálatas 4:4-5.

Demostración de Su Poder

Después de tres días en la tumba, Él demostró que esto fue así al resucitar de entre los muertos y salir de Su propia tumba. Además, explicó estas cosas a Sus discípulos y luego ascendió al cielo, regresando a Su gloria en la presencia de Dios el Padre. Entonces Dios derramó Su propio Espíritu sobre aquellos que se apartaron de sus pecados y confiaron plenamente en la suficiencia de Jesús como Su sustituto y Redentor sometiéndose a Él como Señor y Maestro.

¿Dónde Habita el Espíritu de Dios?

Ahora, el Espíritu de Dios habita en medio del pueblo de Dios y en cada uno al darnos la nueva vida interior que tanto necesitamos. Así lo prometió Dios por medio de Su profeta Ezequiel:

  • «Entonces os rociaré con agua limpia y quedaréis limpios; de todas vuestras inmundicias y de todos vuestros ídolos os limpiaré. 26 Además, os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros; quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. 27 Pondré dentro de vosotros mi espíritu y haré que andéis en mis estatutos, y que cumpláis cuidadosamente mis ordenanzas» (Ezequiel 36:25-27).

Cómo ser Reconciliados con Dios

Por lo tanto, Dios ha tratado con la culpa de nuestros pecados y la muerte espiritual para todos lo que se arrepientan y crean completamente en Él a través de la vida, muerte y resurrección del Hijo de Dios en Jesús Cristo. Todos los que se aparten del pecado, del «yo» y pongan su fe en Dios a través de Jesús Cristo serán reconciliados con Dios y no tendrán que sufrir el justo castigo eterno por su pecado. Jesús ha sufrido por ellos.

Todos los que no entreguen sus pecados a Jesús permanecerán en su propia condenación y serán declarados culpables en el día del juicio. De hecho, ¡esta es una buena noticia!

El Final del Sufrimiento

Habiendo tratado las causas del sufrimiento humano, se acerca el tiempo prometido en el que Dios también acabará con el mismo sufrimiento. Dios es paciente, y así como por primera vez no trajo un juicio rápido antes de ofrecer la redención, tampoco consumará esa redención antes de traer las buenas nuevas de salvación a todos los que se arrepientan y crean. Hoy, usted puede tener la oportunidad de escuchar este mensaje y encontrar vida en Él porque Dios ha sido paciente y compasivo para retrasarlo.

Pero Antes: El Día que Dios traerá Juicio

Se acerca el día en que Dios traerá juicio justo sobre los impíos y dará vida eterna a todos los que están en Cristo. En ese día:

  • «Entonces oí una gran voz que decía desde el trono: He aquí, el tabernáculo de Dios está entre los hombres, y Él habitará entre ellos y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará entre ellos. 4 Él enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado» (Apocalipsis 21:3-4).

Por lo tanto, no esperamos que nuestra llama se apague o extinga en la realización del Nirvana. Se nos promete una llama eterna, ardiendo pura y brillante, con combustible que nunca se agota y aire puro y limpio que nunca se puede consumir.

Lo que Ciertamente Tenemos de Dios

Como dijo una vez el apóstol Pablo, un seguidor de Jesús resucitado:

  • «Porque sabemos que si la tienda terrenal que es nuestra morada, es destruida, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha por manos, eterna en los cielos. 2 Pues, en verdad, en esta morada gemimos, anhelando ser vestidos con nuestra habitación celestial; 3 y una vez vestidos, no seremos hallados desnudos. 4 Porque asimismo, los que estamos en esta tienda, gemimos agobiados, pues no queremos ser desvestidos, sino vestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida. 5 Y el que nos preparó para esto mismo es Dios, quien nos dio el Espíritu como garantía» (2ª Corintios 5:1-5).

Esta es la esperanza que Dios nos ha dado en Cristo; la esperanza que deseamos compartirle. ¡Estas son las buenas nuevas, o el evangelio para los budistas o cualquier ser humano que lo necesite.

Por Carlos E. Garbiras

Carlos Enrique Garbiras es Director general en Ministerio de Apologética e Investigación Cristiana (MIAPIC). Actualmente, sirve en predicación y enseñanza de la Palabra de Dios en Bogotá, donde dirige además la Escuela de Estudios Teológicos MIAPIC.

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